Movimiento Por La Educación Libre está integrado por un colectivo de padres y docentes radicados en Mar del Plata, Argentina, que, no habiendo encontrado respuestas en el sistema escolar tradicional (público y privado) a su interés y preocupación por la educación de sus hijos, buscan una alternativa pedagógica basada en el respeto, la libertad, la creación de valores positivos para la sociedad. Esta búsqueda tiene como objetivos la creación de un proyecto pedagógico basado en teorías y experiencias ya existentes, y la apertura de una escuela donde aplicar dicho proyecto, abierta a la comunidad.

jueves, 1 de agosto de 2013

  Extracto de "Base Científica Para Una Nueva Educación", de Javier Herrero



   La visión de la educación que deseamos para nuestros hijos está basada en
el amor y el respeto, la libertad y los límites, parafraseando el título de una de
las obras de Rebeca Wild. Desde nuestra perspectiva, animamos a todas las
madres y padres de familia a asumir sus responsabilidades como tales hasta
sus últimas consecuencias. Con ello decimos: somos conscientes del crítico
papel que jugamos como padres en el desarrollo de nuestros hijos y queremos
jugar ese papel con plena conciencia. Por eso, de la misma manera que la
responsabilidad de traer al mundo a un hijo es de la madre y del padre; de la
misma manera que su responsabilidad es alimentarlo, cuidar su salud y
protegerlo; de la misma manera —también— consideramos nuestra
responsabilidad educarlos (la comunidad profesional educativa pide a gritos
continuamente la implicación de las familias en la educación de los hijos). Y
queremos ejercer esa responsabilidad de manera consciente.
  Somos conscientes de que la escolarización no es sino una vía de educación
entre muchas. La educación es un fenómeno mucho más amplio que la mera
escolarización. Pero la escolarización no es la única vía para el desarrollo de la
educación, ni necesariamente la mejor.
  Con esto no queremos decir que todas familias deban optar por esta vía
educativa para con sus hijos. Posiblemente, desarrollar otro monocultivo
educativo de niños “desescolarizados” no sería una óptima solución. La vida
está fundada en una ingente biodiversidad que no significa otra cosa que
miríadas de experimentos que la evolución pone en marcha y cuyo conjunto
global contribuye al sostenimiento de la propia vida sobre el planeta. En
consecuencia, si seguimos las leyes de la vida estamos forzados a experimentar,
a innovar y a desarrollar nuevas maneras de educar, de crecer y de vivir. Es por
eso que la ley humana debe no sólo tolerar, sino permitir e, incluso alentar,
innovaciones experimentales en todos los campos de la actividad humana; también
en la educación, siempre que no se produzcan daños terceros.
  Esta opción de la educación autónoma sí representa una opción para un
creciente número de familias cuya convicción moral e intelectual es que la
corriente educativa principal no responde a las necesidades auténticas de sus
hijos. Y, en consecuencia, dado su compromiso con la responsabilidad
consciente de ejercer la maternidad y la paternidad a fondo, deciden asumir
por sí mismos la educación de sus hijos, amparándose en el derecho a elegir la
educación que entienden que satisface mejor las necesidades de sus hijos.
  Como madres y padres tomar la decisión de probar y explorar senderos de
relación con nuestros hijos sobre la base del respeto no es sencillo. Salirnos del
carril marcado por la corriente cultural predominante y aventurarnos por las
veredas poco transitadas de lo que algunos llaman “educación libre” sin duda
nos trae confusiones, dudas y conflictos, pues nosotros mismos —madres y
padres adultos— no hemos tenido la oportunidad de vivir conforme a esa
libertad que nos permite ser nosotros mismos.
  De todo ello, concluimos que la misión de la educación ha de ser coherente
con las leyes de la vida. A la vista de sus resultados, la cultura en que aún
vivimos tiene mucho que aprender sobre la vida, sobre su funcionamiento y su
verdadera naturaleza. En ese camino a recorrer juntos, la aparición de
innovadoras y diferentes fórmulas de entender la educación es de vital
importancia. Desde esta perspectiva, parece razonable apoyar nuevas iniciativas
educativas que nacen desde la coherencia entre el pensar y el sentir, desde
ese corazón que es el primer órgano en aparecer en el embrión en gestación,
desde ese corazón que contiene conexiones neuronales con el cerebro y, en
consecuencia, desde ese mismo corazón que razona.

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