Movimiento Por La Educación Libre está integrado por un colectivo de padres y docentes radicados en Mar del Plata, Argentina, que, no habiendo encontrado respuestas en el sistema escolar tradicional (público y privado) a su interés y preocupación por la educación de sus hijos, buscan una alternativa pedagógica basada en el respeto, la libertad, la creación de valores positivos para la sociedad. Esta búsqueda tiene como objetivos la creación de un proyecto pedagógico basado en teorías y experiencias ya existentes, y la apertura de una escuela donde aplicar dicho proyecto, abierta a la comunidad.

martes, 20 de agosto de 2013

Escuela de Gestión Social "Creciendo Juntos"



                      Pedagogía del entusiasmo



Ni estatal ni privada: gestión social. Ésta es la propuesta de una escuela que se dedicó a democratizar en serio y a fondo la educación, creando un espacio en el cual alumnos, padres y docentes comparten preocupaciones y construyen soluciones. A punto de inaugurar la secundaria, así es la experiencia de estos maestros que partieron de un valor simple y contudente: todos somos iguales ante el pizarrón. Y dieron vuelta la historia.
   
Hace unos 30 años,  entre los vecinos de Barrio Parque nació la idea de construir un jardín. La moción ganó, en la Sociedad de Fomento, frente a la de instalar una cancha de bochas. En 1987 obtuvo la gobernación Antonio Cafiero. Su ministro de Gobierno y vecino de Moreno Luis Brunatti los apoyó para consiguir materiales. Se pusieron a levantar la escuela, a idear rifas y fiestas para recaudar fondos. Les donaron cruces de un cementerio que picaron metódicamente para convertirlas en paredes escolares. El trayecto desde los cementerios hasta la educación es acaso inverso al que parecen proponer endémicamente las llamadas “autoridades competentes”.
   
Juan y Cristina eran docentes, y pensaban. Querían un tipo de educación menos prehistórica que la vigente con respecto a los contenidos, pero también al tipo de relación entre la escuela, los chicos y los familiares. Juan: “Siempre nos gustó la idea de algo abierto, no ese modelo de escuela-fortaleza que aísla lo que pasa adentro y afuera. Hoy, la puerta de rejas la cerramos con llave por obvia seguridad, pero aquí no entra el que no quiere”.
Con el Jardín funcionando, los padres se miraron y decidieron lo obvio: “Ahora hay que seguir con 1º grado”. Rifas, bailes, donaciones, ingenio, músculo, y se lanzaron a seguir construyendo el aula para ese grado que comenzó a funcionar con 30 chicos. Y de ahí a 2º, a 3º… y cada año iban tirándose a la pileta, dicen. En 1999 egresó la primera promoción de 9º grado.
El primer terreno era de la Sociedad de Fomento. Otro tramo lo ocuparon sin dar ni pedir demasiada tregua. El resto pudieron comprarlo con un crédito obtenido por los propios docentes.
Toda esta historia fue acompañada por una transgresión. “Cambiamos todos los usos de este tipo de escuelas, empezamos a buscar un mayor clima de libertad, nos volcamos al constructivismo, a formas más cooperativas de encarar la relación con los chicos y el aprendizaje, que parecían vedadas en un barrio como éste”. Traducción: los avances pedagógicos, la idea de un aprendizaje creador y participativo, parecían exclusivamente remitidos a ciertos institutos privados progresistas dispuestos a salir de la prehistoria escolar. En Creciendo Juntos aplicaron esto en el Jardín de un barrio pobre. “Nos dijeron: ustedes no pueden hacer eso en primaria. Y lo hicimos igual”. Tomaron una referencia, la escuela Mundo Nuevo de Capital que en aquellos tiempos era una cooperativa de padres y maestros. Adriana Castro fue una de las docentes de esa escuela que se ofreció a brindar un taller para iniciar el 1º grado con esos criterios.
La clave, en la que no mucha gente cree sinceramente, es pensar que la educación es para todos. “Todos pueden hacer razonamientos matemáticos, leer, estudiar” dice Adriana. “Y si aparecen problemas, hay que dialogar para ver qué hacer. Lo mismo pasa con la disciplina. Si hay un conflicto podría acudirse a sistemas burocráticos, de castigos. Pero acá se pueden construir leyes, normas, discusiones”. Imaginemos dos chicos peleando. Lo clásico y veloz es el castigo. En Creciendo Juntos optan por la conversación, incluso la participación de todo el grupo, comprender el problema y solucionarlo, o repararlo, más que congelarlo o conformarse con disculpas vacías.
La duda: ¿este conjunto de búsquedas parte de alguna teoría pedagógica, de alguna doctrina educativa? Augusto: “La pregunta es cómo pensar no en función de una ideología preconcebida, sino de lo que uno está observando”. Juan: “Nos podían gustar ideas como las de Paulo Freire y la Educación Popular, pero creo que le dimos una vuelta, porque ahí se planteaban cuestiones elitistas, relacionadas con la concientización. Nos gusta más la idea que plantea El maestro ignorante” ( libro de Jacques Ranciere). El debate es vastísimo, pero los docentes de Creciendo Juntos cuestionan de qué modo la Educación Popular parte de la idea de que el que enseña es consciente, y el otro no, contra la noción de reconocer la igualdad de las inteligencias para promover una emancipación intelectual en la que el estudiante más que recibir explicaciones, descubra y utilice sus propias capacidades.
Ambos modelos dicen buscar el pensamiento crítico y la autonomía de la persona, pero en Creciendo Juntos ya no ven que la Educación Popular esté consiguiendo lo que propone teóricamente. “Se ha puesto todo muy esquemático, hay técnicas muy buenas de romper el hielo en las reuniones, y se mantiene el concepto de que la educación no es sólo para algunos. Pero eso solo no alcanza” dice Cristina. En la práctica, en esta escuela parecen estar apostando a que la educación, más que una transmisión de un saber (dar clase) es un contagio del entusiasmo por pensar y conocer (crecer juntos, incluso con un maestro “ignorante” que no pretenda saberlo todo).
¿Quedan preparados los chicos frente a estudios futuros? Juan Manuel ha detectado que varios de los egresados del 9º grado logran desenvolverse bastante bien en escuelas técnicas, por ejemplo. “Si no conocen un tema, saben cómo estudiar, cómo buscarle la vuelta”. Cristina: “Estoy convencida de que aunque no sepan algo específico, salen con las herramientas para poder aprender. Acá hay chicos que te decían: ésto no lo puedo hacer, es demasiado para mí. Pero al tiempo se producen cambios fuertes”. Una posible clave: el clima de convivencia volcado a la enseñanza genera una apertura en la predisposición del chico frente al estudio, y moviliza esa capacidad que a veces ni él sabe o cree que tiene.

lunes, 12 de agosto de 2013

"La Misión Principal de la Escuela Ya No Es Enseñar "

"La misión de la escuela ya no es enseñar cosas. Eso lo hace mejor la TV o Internet." La definición, llamada a suscitar una fuerte polémica, es del reconocido pedagogo italiano Francesco Tonucci. Pero si la escuela ya no tiene que enseñar, ¿cuál es su misión? "Debe ser el lugar donde los chicos aprendan a manejar y usar bien las nuevas tecnologías, donde se transmita un método de trabajo e investigación científica, se fomente el conocimiento crítico y se aprenda a cooperar y trabajar en equipo", responde.
Para Tonucci, de 68 años, nacido en Fano y radicado en Roma, el colegio no debe asumir un papel absorbente en la vida de los chicos. Por eso discrepa de los que defienden el doble turno escolar.
"Necesitamos de los niños para salvar nuestros colegios", explica Tonucci, licenciado en Pedagogía en Milán, investigador, dibujante y autor de Con ojos de niño, La ciudad
de los niños y Cuando los niños dicen ¡Basta!, entre otros libros que han dejado huella en docentes y padres. 
Propone, en primer lugar, que los maestros aprendan a escuchar lo que dicen los niños; que se basen en el conocimiento que ellos traen de sus experiencias infantiles para empezar a dar clase. "No hay que considerar a los adultos como propietarios de la verdad que anuncian desde una tarima", explicó.
Recomienda,  que "las escuelas sean bellas, con jardines, huertas donde los chicos puedan jugar y pasear tranquilos; y no con patios enormes y juegos uniformes que no sugieren nada más que descarga explosiva para niños sobreexigidos".
Y que los maestros no llenen de contenidos a sus estudiantes, sino que escuchen lo que ellos ya saben, y que propongan métodos interesantes para discutir el conocimiento que ellos traen de sus casas, de Internet, de los documentales televisivos. "¡Que se acaben los deberes! Que la escuela sepa que no tiene el derecho de ocupar toda la vida de los niños. Que se les dé el tiempo para jugar. Y mucho", es parte de su decálogo.
De hablar pausado y de pensamiento agudo, Tonucci transmite la imagen de un padre, un abuelo, un educador que aprendió a ver la vida desde la perspectiva de los niños. Y recorre el mundo pidiendo a gritos a políticos y dirigentes que respeten la voz de los más pequeños.
-¿Cómo concibe usted una buena escuela?
-La escuela debe hacerse cargo de las bases culturales de los chicos. Antes de ponerse a enseñar contenidos, debería pensarse a sí misma como un lugar que ofrezca una propuesta rica: un espacio placentero donde se escuche música en los recreos, que esté inundado de arte; donde se les lean a los chicos durante quince minutos libros cultos para que tomen contacto con la emoción de la lectura. Los niños no son sacos vacíos que hay que "llenar" porque no saben nada. Los maestros deben valorar el conocimiento, la historia familiar que cada pequeño de seis años trae consigo.
-¿Cómo se deberían transmitir los conocimientos?
-En realidad, los conocimientos ya están en medio de nosotros: en los documentales, en Internet, en los libros. El colegio debe enseñar utilizando un método científico. No creo en la postura dogmática de la maestra que tiene el saber y que lo transmite desde una tarima o un pizarrón mientras los alumnos (los que no saben nada), anotan y escuchan mudos y aburridos. El niño aprende a callarse y se calla toda la vida. Pierde curiosidad y actitud crítica.
-¿Qué recomienda?
-Me imagino aulas sin pupitres, con mesas alrededor de las cuales se sientan todos: alumnos y docentes. Y donde todos juntos apoyan, en el centro, sus conocimientos, que son contradictorios, se hacen preguntas y avanzan en la búsqueda de la verdad. Que no es única ni inamovible.
-¿Cuál es rol del maestro?
-El de un facilitador, un adulto que escuche y proponga métodos y experiencias interesantes de aprendizaje. Generalmente los pequeños no están acostumbrados a compartir sus opiniones, a decir lo que no les gusta. Los docentes deberían tener una actitud de curiosidad frente a lo que los alumnos saben y quieren. Les pediría a los maestros que invitaran a los niños a llevar su mundo dentro del colegio, que les permitieran traer sus canicas, sus animalitos, todo lo que hace a su vida infantil. Y que juntos salieran a explorar el afuera.
-Varias veces usted ha dicho que la escuela no se relaciona con la vida. ¿Por qué?
-Porque propone conocimientos inútiles que nada tienen que ver con el mundo que rodea al niño. Y con razón éstos se aburren. Hoy no es necesario estudiar historia de los antepasados, sino la actual. Hay que pedirles a los alumnos que se conecten con su microhistoria familiar, la historia de su barrio. Que traigan el periódico al aula y se estudie sobre la base de cuestiones que tienen que ver con el aquí y ahora. Esto los ayudará a interesarse luego por culturas más lejanas y entrar en contacto con ellas.
-¿Cómo se puede motivar a los alumnos frente a los atractivos avances de la tecnología: el chat, el teléfono celular, los juegos de la computadora, el iPod, la play station?
-El colegio no debe competir con instrumentos mucho más ricos y capaces. No debe pensar que su papel es enseñar cosas. Esto lo hace mejor la TV o Internet. La escuela debe ser el lugar donde se aprenda a manejar y utilizar bien esta tecnología, donde se trasmita un método de trabajo e investigación científica, se fomente el conocimiento crítico y se aprenda a cooperar y trabajar en equipo.
-¿Es positiva la doble escolaridad?
En Italia llamamos a este fenómeno "escuelas de tiempo pleno". La pregunta que me surge es: ¿pleno de qué? Esta es la cuestión. La escuela está asumiendo un papel demasiado absorbente en la vida de los niños. No debe invadir todo su tiempo. La tarea escolar, por ejemplo, no tiene ningún valor pedagógico. No sirve ni para profundizar ni para recuperar conocimientos. Hay que darles tiempo a los niños. La Convención de los Derechos del Niño les reconoce a ellos dos derechos: a instruirse y a jugar. Deberíamos defender el derecho al juego hasta considerarlo un deber.


 Nota publicada por Diario La Nación el 29 de Diciembre de 2008

lunes, 5 de agosto de 2013

Estamos En Acción!!!

   El Movimiento ha redactado un Petitorio con el fin de juntar firmas que apoyen nuestra iniciativa, que acompañarán a los Proyectos que se presenten ante las autoridades pertinentes. A continuación reproduzco el texto de dicho Petitorio, ilustrado con fotos tomadas en las reuniones del grupo.


 

 
                          

   Movimiento Por La Educación Libre es un colectivo de padres y docentes de Mar del Plata, Argentina, autoconvocados de manera espontánea por una misma inquietud: Sentir que las necesidades educativas de nuestros hijos no están cubiertas por la escuela tradicional. Buscamos una alternativa pedagógica libre e integral, activa, que amplíe la oferta pública actual, que permita redescubrir al ser humano, a los niños y niñas, en todas sus facetas y dimensiones, articuladas con su contexto natural y social. Creemos que la educación ha de permitir que cada niño descubra sus intereses, comprenda sus capacidades y trabaje con la ayuda de sus maestros para desarrollarlas y darles un sentido individual y social.

 


   Pensamos que esto se logra promoviendo el desarrollo de una educación integral donde el arte, el contacto y cuidado de la Naturaleza, y el juego, sean los pilares de motivación en el proceso de aprendizaje. Sólo si los niños pueden vivir hoy plenamente como tales, mañana serán personas adultas en plenitud de su potencial.

   Por tanto manifestamos:

1. Dado que la Ley Nacional de Educación establece que la escolaridad es de carácter obligatorio, y ante la carencia de propuestas educativas, que acompañen el ámbito y el estilo de vida que hemos elegido nos consideramos en estado de exclusión respecto a la educación de nuestros hijos.

2. Declaramos la necesidad de contar con un espacio educativo donde desarrollar un proyecto pedagógico de creación colectiva, basada en los modelos de educación activa y libre ya existentes y aplicados en otros puntos del país( Montessori, Pestalozzi, Waldorf, escuelas Experimentales, etc).

3. Exhortamos a las autoridades educativas , municipales, provinciales, y nacionales, a reconocer oficialmente nuestro proyecto, a fin de equipararlo a los estudios realizados en otros centros educativos, y acompañar nuestra propuesta con acciones concretas a fin de garantizar el acceso libre y gratuito a este modelo de enseñanza.

4. Que se reconozca nuestro derecho a elegir el modelo de enseñanza para nuestros hijos, como en muchas partes del mundo y en nuestro país, entendiendo y acompañando un cambio de paradigma y reconociéndonos como miembros de un Estado de derecho.


                                                              Apoyanos con tu firma.

               


jueves, 1 de agosto de 2013

  Extracto de "Base Científica Para Una Nueva Educación", de Javier Herrero



   La visión de la educación que deseamos para nuestros hijos está basada en
el amor y el respeto, la libertad y los límites, parafraseando el título de una de
las obras de Rebeca Wild. Desde nuestra perspectiva, animamos a todas las
madres y padres de familia a asumir sus responsabilidades como tales hasta
sus últimas consecuencias. Con ello decimos: somos conscientes del crítico
papel que jugamos como padres en el desarrollo de nuestros hijos y queremos
jugar ese papel con plena conciencia. Por eso, de la misma manera que la
responsabilidad de traer al mundo a un hijo es de la madre y del padre; de la
misma manera que su responsabilidad es alimentarlo, cuidar su salud y
protegerlo; de la misma manera —también— consideramos nuestra
responsabilidad educarlos (la comunidad profesional educativa pide a gritos
continuamente la implicación de las familias en la educación de los hijos). Y
queremos ejercer esa responsabilidad de manera consciente.
  Somos conscientes de que la escolarización no es sino una vía de educación
entre muchas. La educación es un fenómeno mucho más amplio que la mera
escolarización. Pero la escolarización no es la única vía para el desarrollo de la
educación, ni necesariamente la mejor.
  Con esto no queremos decir que todas familias deban optar por esta vía
educativa para con sus hijos. Posiblemente, desarrollar otro monocultivo
educativo de niños “desescolarizados” no sería una óptima solución. La vida
está fundada en una ingente biodiversidad que no significa otra cosa que
miríadas de experimentos que la evolución pone en marcha y cuyo conjunto
global contribuye al sostenimiento de la propia vida sobre el planeta. En
consecuencia, si seguimos las leyes de la vida estamos forzados a experimentar,
a innovar y a desarrollar nuevas maneras de educar, de crecer y de vivir. Es por
eso que la ley humana debe no sólo tolerar, sino permitir e, incluso alentar,
innovaciones experimentales en todos los campos de la actividad humana; también
en la educación, siempre que no se produzcan daños terceros.
  Esta opción de la educación autónoma sí representa una opción para un
creciente número de familias cuya convicción moral e intelectual es que la
corriente educativa principal no responde a las necesidades auténticas de sus
hijos. Y, en consecuencia, dado su compromiso con la responsabilidad
consciente de ejercer la maternidad y la paternidad a fondo, deciden asumir
por sí mismos la educación de sus hijos, amparándose en el derecho a elegir la
educación que entienden que satisface mejor las necesidades de sus hijos.
  Como madres y padres tomar la decisión de probar y explorar senderos de
relación con nuestros hijos sobre la base del respeto no es sencillo. Salirnos del
carril marcado por la corriente cultural predominante y aventurarnos por las
veredas poco transitadas de lo que algunos llaman “educación libre” sin duda
nos trae confusiones, dudas y conflictos, pues nosotros mismos —madres y
padres adultos— no hemos tenido la oportunidad de vivir conforme a esa
libertad que nos permite ser nosotros mismos.
  De todo ello, concluimos que la misión de la educación ha de ser coherente
con las leyes de la vida. A la vista de sus resultados, la cultura en que aún
vivimos tiene mucho que aprender sobre la vida, sobre su funcionamiento y su
verdadera naturaleza. En ese camino a recorrer juntos, la aparición de
innovadoras y diferentes fórmulas de entender la educación es de vital
importancia. Desde esta perspectiva, parece razonable apoyar nuevas iniciativas
educativas que nacen desde la coherencia entre el pensar y el sentir, desde
ese corazón que es el primer órgano en aparecer en el embrión en gestación,
desde ese corazón que contiene conexiones neuronales con el cerebro y, en
consecuencia, desde ese mismo corazón que razona.

Texto completo en www.ojodeagua.es/articulos/